Cómo detectar mentiras durante la declaración de testigos en juicio. Basado en la obra de Paul Ekman
- Dr. Sergio Artavia B
- 24 jun
- 9 Min. de lectura
A diferencia de las pruebas científicas o materiales, la evaluación de la credibilidad de un testigo en juicio se basa en la percepción y el análisis de su conducta verbal y no verbal.
Estas ideas toman como referencia los hallazgos del Dr. Paul Ekman, psicólogo, experto en microexpresiones y emociones ocultas, así como de otros autores claves.
Su objetivo es proporcionar un marco referencial, basado en la psicología de la comunicación no verbal y del comportamiento, que permita detectar señales de posible engaño en los testigos durante su declaración en juicio. Combina conocimiento de la psicología y la comunicación verbal y corporal.
La intención no es ofrecer una fórmula para detectar mentiras con certeza absoluta, sino brindar criterios observacionales que, integrados con el resto del juicio, permitan tomar decisiones argumentadas sobre la credibilidad del testimonio.
Se recomienda utilizar estas ideas en paralelo con el conocimiento del caso, la coherencia interna del testimonio y la existencia de prueba externa.
I- Principales conclusiones del libro “Cómo detectar mentiras” de Paul Ekman
No hay un solo indicio infalible de mentira: Ekman demuestra que ningún gesto por sí solo prueba el engaño. Lo que importa es la aparición de múltiples señales, especialmente si son incongruentes con lo que se dice verbalmente.
Las microexpresiones son claves para detectar emociones ocultas: Son movimientos faciales involuntarios que duran fracciones de segundo. Revelan emociones que el hablante trata de suprimir, como miedo, ira o desprecio.
Mentir requiere mayor esfuerzo cognitivo: Las personas que mienten deben inventar detalles, controlar su lenguaje corporal y prever reacciones. Esto genera tensiones que se manifiestan en el cuerpo y el habla.
Las emociones reprimidas pueden traicionar al mentiroso: Cuando alguien intenta mentir sobre un hecho que le genera emoción (culpa, rabia, miedo), es probable que esas emociones emerjan en pequeñas señales físicas.
No todos los signos de nerviosismo son indicadores de mentira: Estar ansioso no es lo mismo que mentir. Es fundamental conocer el comportamiento base del individuo antes de emitir juicios.
La congruencia entre canales es esencial: Si lo que se dice verbalmente no coincide con el tono de voz, la expresión facial o la postura, hay razones para sospechar.
El entrenamiento mejora la capacidad de detección: Las personas sin entrenamiento suelen tener menos de 55% de aciertos al detectar mentiras. Los entrenados pueden superar el 90% en algunos contextos.
Mentir genera microfiltraciones emocionales: Aunque se intente ocultar la verdad, el cuerpo puede delatar micro señales de emoción genuina, que emergen por milisegundos en el rostro.
Las personas sinceras cometen errores al relatar: Equivocarse al contar algo no implica estar mintiendo. Al contrario, una historia demasiado perfecta puede indicar falsedad.
El lenguaje corporal puede ser manipulado, pero no sostenido: El mentiroso puede controlar su expresión corporal por un tiempo limitado, pero las emociones reprimidas tienden a emerger con la presión del interrogatorio.
Las personas pueden mentir con palabras, pero delatarse con la voz: Cambios en la entonación, ritmo, volumen o pausas son pistas útiles para detectar la mentira.
Los mentirosos tienden a evitar o a mantener el contacto visual de forma artificial: El mito de que quien no mira a los ojos miente es incompleto. Algunos mentirosos entrenados exageran el contacto visual.
La mentira emocional es más difícil de sostener: Mentir sobre hechos que involucran emociones intensas (como un crimen o una agresión) es más difícil porque el cuerpo reacciona de forma espontánea.
Las fugas emocionales son más frecuentes bajo presión: Las señales de engaño aumentan cuando el mentiroso es confrontado con evidencia o interrogado de forma incisiva.
La detección de mentiras requiere observación comparada: Ekman insiste en que se debe comparar el comportamiento del individuo a lo largo del tiempo y ante distintos tipos de preguntas.
II. Indicadores no verbales (Lenguaje corporal y expresiones emocionales)
Microexpresiones faciales: Son expresiones rápidas e involuntarias que duran menos de medio segundo y revelan emociones ocultas. Ekman descubrió que incluso los mentirosos entrenados pueden tener fugas emocionales breves, como miedo o desprecio, que contradicen sus palabras. Observar cuidadosamente los ojos, cejas y comisuras de la boca permite identificarlas.
Incongruencias entre verbal y corporal: Si el contenido verbal expresa calma, pero el cuerpo manifiesta tensión (puños cerrados, mandíbula apretada), hay un desajuste. Según Ekman, la congruencia emocional entre canales de comunicación es clave en la verdad; la incoherencia puede señalar disonancia.
Pausas inusuales antes de responder: Un testigo que tarda en responder a preguntas sencillas podría estar elaborando una mentira. Las pausas excesivas indican un esfuerzo cognitivo adicional, lo cual se asocia con la construcción de relatos ficticios.
Exceso de detalles innecesarios: Agregar detalles irrelevantes o excesivos es una técnica compensatoria común entre mentirosos. Se usa para dar apariencia de autenticidad, aunque suele hacer que el testimonio parezca ensayado o artificial.
Variaciones en el tono de voz: Un cambio abrupto en el volumen, velocidad o tono puede reflejar activación emocional o ansiedad. Ekman demostró que el tono puede elevarse sutilmente cuando el hablante miente bajo presión.
Sonrisa falsa: Las sonrisas genuinas involucran los músculos orbiculares del ojo. Las falsas solo afectan la boca. Según Ekman, las sonrisas falsas son utilizadas para encubrir emociones negativas como culpa o desprecio.
Manos escondidas o inmóviles: El ocultamiento de las manos puede señalar intento de controlar las expresiones o emociones. Las personas que mienten suelen reducir la gesticulación espontánea.
Auto manipulación: Gestos como frotarse el cuello, tocarse la cara o ajustarse la ropa indican incomodidad emocional. Ekman los llama "adaptadores", y suelen aumentar cuando el testigo está bajo estrés.
Frecuencia de parpadeo anormal: Un incremento repentino en el parpadeo puede estar asociado al procesamiento cognitivo de una mentira o al nerviosismo que esta genera.
Desviación de la mirada en momentos clave: Aunque mirar hacia otro lado no siempre indica engaño, una desviación coincidente con una pregunta crucial puede ser relevante. Importa el cambio respecto a la línea base.
Nerviosismo anticipado a preguntas delicadas: Cambios físicos antes de una pregunta reveladora (inquietud, tragar saliva, mover los pies) pueden indicar miedo a ser descubierto.
Desprecio facial: La elevación unilateral del labio superior indica desprecio, una emoción que puede reflejar una actitud de superioridad o desapego con la verdad. Ekman lo asocia con distanciamiento emocional.
Respuesta apresurada antes de terminar la pregunta: Responder antes de escuchar toda la pregunta puede revelar ansiedad, anticipación o preparación ensayada del testimonio.
Cambios en postura corporal: Inclinarse hacia atrás o alejarse súbitamente del interrogador puede representar una reacción inconsciente de rechazo o evitación.
Congelamiento físico repentino: Un testigo que se queda inmóvil de golpe podría estar procesando internamente cómo manejar una pregunta difícil. El cuerpo “se congela” ante el estrés cognitivo.
III. Análisis verbal y paraverbal (contenido, estilo, voz) de los testigos en juicio
Repetición innecesaria de la pregunta: Cuando un testigo repite la pregunta antes de responder, puede estar ganando tiempo para construir una mentira. Esta táctica se asocia con la necesidad de procesar cómo sonar convincente más que con una búsqueda de comprensión real.
Negaciones excesivas: Frases como “yo nunca haría eso” o “jamás estuve allí” pueden indicar un intento de reafirmar una imagen deseada. Ekman señala que la repetición enfática y defensiva de negaciones puede reflejar ansiedad por sostener una mentira.
Evasión de detalles clave: El uso de frases vagas o generalidades en momentos cruciales (“no me acuerdo bien”, “fue algo así”) puede señalar que el testigo está evitando comprometerse con una versión que podría ser refutada.
Lenguaje hiper correcto o legalista: Un discurso excesivamente técnico o formal puede indicar que el testigo ha sido instruido. Los relatos verídicos tienden a ser más espontáneos y coloquiales.
Contradicciones internas: Cuando un testigo se contradice en su propio testimonio, incluso si las inconsistencias son sutiles, puede ser señal de una historia inventada o adaptada sobre la marcha.
Justificación anticipada: Frases como “yo no soy así” o “no tendría motivo para hacer eso” pueden sugerir que el testigo se está defendiendo sin haber sido acusado. Este tipo de discurso suele aparecer antes de una mentira.
Habla excesivamente estructurada o ensayada: Los relatos muy ordenados, con frases demasiado completas, pueden indicar preparación. Los recuerdos reales suelen tener imperfecciones y divagaciones.
Ritmo anormal del habla: Cambios en la velocidad, especialmente enlentecimientos o aceleraciones abruptas, pueden reflejar tensión emocional. Ekman indica que esto es común cuando se enfrenta a una pregunta emocionalmente relevante.
Referencias impersonales o distantes: Cambiar del “yo” al “se” o aludir a terceros cuando se debería hablar en primera persona puede ser una estrategia para evitar la responsabilidad emocional.
Desvío del tema original: Cambiar de tema para evitar profundizar es una estrategia clásica de evasión. Los mentirosos buscan desviar la atención hacia aspectos secundarios o emocionales.
Uso de muletillas ante preguntas complicadas: Expresiones como “para ser honesto”, “la verdad es que…” pueden preceder a una mentira. Según Ekman, esto es parte del discurso preparatorio que usan algunos mentirosos.
Empobrecimiento del lenguaje emocional: Narrar hechos emocionalmente intensos (accidentes, agresiones) con un tono plano puede señalar desconexión emocional o invención del relato.
Discordancia temporal en los hechos narrados: Cambiar el orden cronológico o no recordar secuencias lógicas básicas puede ser una señal de invención. El cerebro lucha por mantener la coherencia en una historia falsa.
Respuestas vagas o ambiguas: Responder sin compromiso con frases como “podría ser”, “quizás” o “algo así” cuando se esperaría certeza puede indicar evasión o falta de experiencia directa con los hechos.
Evita respuestas directas con rodeos discursivos: Algunos testigos usan discursos largos o filosóficos para evitar una respuesta comprometida. Ekman los describe como “narradores evasivos”.
IV. Estrategias de interrogatorio y observación aplicada de testigos en juicio
Establecer línea base de comportamiento: Al inicio del interrogatorio, el abogado debe observar cómo se comporta el testigo ante preguntas neutras. Esta línea base permite detectar cambios posteriores significativos ante preguntas sensibles.
Utilizar preguntas abiertas primero: Las preguntas abiertas invitan a relatar, forzando al testigo a elaborar. Esto aumenta la posibilidad de detectar contradicciones o incongruencias conductuales.
Reformular la misma pregunta en diferentes momentos: Cambiar ligeramente la formulación de una pregunta permite comparar si la respuesta se mantiene o si el testigo modifica detalles. La incoherencia puede delatar el engaño.
Confrontar con evidencia sin anticipación: Mostrar una prueba inesperada (video, documento, testimonio) y observar la reacción espontánea del testigo es una técnica eficaz para provocar fugas emocionales o verbales.
Observar reacción tras aceptar la mentira: A veces el testigo experimenta una microexpresión de alivio (suspiro, sonrisa leve) al notar que su versión fue creída. Esto puede indicar que acaba de engañar con éxito.
Buscar expresiones de microalegría tras la mentira: Paul Ekman describe cómo algunas personas muestran breves signos de satisfacción (microsonrisa, relajación ocular) tras mentir exitosamente.
Observar si repite frases exactamente: La repetición literal de expresiones en distintos momentos puede indicar memorización. Los relatos veraces rara vez se expresan con las mismas palabras.
Evaluar el compromiso emocional con la historia: Una narración emocionalmente “vacía” o que no coincide con el tono del evento descrito puede revelar falta de vivencia directa.
Preguntar por hechos triviales del evento narrado: Los mentirosos suelen concentrarse en los hechos clave. Preguntar por detalles secundarios puede desestabilizar la mentira o revelar lagunas.
Plantear hipótesis alternativas falsas: Sugerir versiones alternativas para ver si el testigo las corrige o se siente aliviado permite medir su compromiso con la verdad o con una mentira aprendida.
Comparar versión con la de otros testigos: Identificar contradicciones sustanciales entre distintos testimonios permite presionar en los puntos débiles del relato.
Registrar cambios fisiológicos aparentes: Aunque no son concluyentes, señales como sudoración visible, voz quebrada, rubor o respiración irregular pueden apoyar una hipótesis de estrés engañoso.
Observar si evita nombrar a ciertas personas o lugares: La omisión reiterada de nombres, fechas o lugares clave puede indicar que se intenta proteger información o cómplices.
Valorar si cambia de actitud tras descanso o receso: Aunque es prohibido comunicarse con el testigo en los recesos, algunos abogados lo hacen. Un cambio brusco en el lenguaje o actitud puede revelar que el testigo ha sido asesorado o ha rehecho su estrategia.
Anotar alteraciones en la coherencia emocional: Cambios emocionales abruptos, sin una transición lógica con el contenido, pueden reflejar falsedad emocional.
Verificar reacciones a silencios deliberados: El silencio puede incomodar al mentiroso y provocar que rellene con más información o se contradiga intentando justificarse.
Escuchar verbalizaciones auto exculpatorias innecesarias: Afirmaciones como “yo no soy ese tipo de persona” pueden ser intentos de limpiar la imagen en vez de responder directamente.
Evaluar si cambia la versión tras sugerencias del abogado: Los testigos influenciables o que mienten pueden ajustar su versión para complacer a quien los interroga.
Aplicar entrevistas cognitivas cuando sea posible: Esta técnica, basada en la recuperación progresiva de recuerdos, es útil para distinguir entre recuerdos reales y fabricados.
Confrontarlo con otros testigos o pruebas: La mayoría de legislaciones permiten el careo o la confrontación de un testigo que sospechamos hostil o mentiroso, cuando hayan entrado en contradicción con otros, en temas esenciales. Los testigos X y Y dijeron que los hechos sucedieron en la mañana, ahora usted nos dice que fue al final de la tarde, le voy hacer unas preguntas relacionadas con ese tema, hasta de pedir un careo.
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